Lo
de madrugar se va a convertir en una pequeña costumbre. Y es que, aunque hoy
íbamos a salir a las 07h45 del hotel, nos han tocado “diana” a las 05h45. Que
tampoco nos sobra tanto tiempo, la verdad, porque estos desayunos son para
tomarse la vida con calma…
Nuestra
primera visita ha sido al Monte de las Bienaventuranzas; aquí encontramos una
iglesia moderna, custodiada por unas monjitas que son las encargadas de
mantener operativo en Santuario: se encargan de organizar los turnos de misa,
reciben a los peregrinos y controlan que la gente no sea muy ruidosa. Nos han
asignado el Altar nº 3, de San Marcos. Las capillas en el Monte de las
Bienaventuranzas son al aire libre, lo que da una sensación de paz y bienestar
muy reconfortante.
Cabe
destacar que el P. Ramón ha sido requerido por varios grupos de peregrinos
asiáticos, que le han saludado con auténtica devoción, ¡y hasta se han hecho
selfies con él! Y el P. Ramón, dejándose querer…
Hemos
seguido viaje sin demorarnos mucho. ¡Y es que nuestro programa es tan completo,
que no deja sitio al esparcimiento, lo que también es una pena, pero… ¡hay
tantas cosas que ver!
Siguiente
parada: Tabgha, el lugar de la multiplicación de los Panes y los Peces. La
iglesia es muy sencilla, y destacan los mosaicos “nilóticos” (con motivos del
rio Nilo, en cuanto a la flora y a la fauna), y las imágenes del Theotokos (la
Virgen, Madre de Dios) y el Pantocrátor (representación de Jesús con el libro
de los Evangelios). Aquí Néstor nos ha contado el episodio de la multiplicación
de los Panes y los Peces, y en el patio de la entrada hay un pequeño estanque
con carpas de colores, a los pies de un olivo.
Tras
la visita, nos hemos encaminado al “Primado de Pedro”, el lugar junto al Mar de
Galilea donde se encuentra la “Mensa Christi”, roca sobre la que Jesús y sus
discípulos almorzaron tras la pesca; según la Biblia, Jesús se apareció a los
pescadores, que habían tenido una jornada sin pesca, y les ordenó echar de
nuevo las redes, obteniendo una gran captura. Aquí nos hemos podido acercar a
tocar con nuestras manos el agua del Mar de Galilea.
¡Y
seguimos conociendo cosas! Ahora, le tocaba a Cafarnaúm, el poblado de Pedro. Néstor
nos ha explicado la importancia del lugar, por donde pasaban dos caminos
principales de comercio y de transmisión de información y conocimientos. Hemos
visitado la antigua Sinagoga, la iglesia (moderna) construida sobre los restos
de la casa de Pedro, y nos hemos fotografiado con la estatua de Pedro.
De
Cafarnaúm nos hemos ido, bordeando el Mar de Galilea, al otro lado del mismo
para montarnos en un barco de madera y hacer una pequeña travesía por el Lago
Tiberiades. Aquí, el P. Ramón nos ha hecho una reflexión sobre lo que significa
ser “pescadores de hombres”.
También
ha habido tiempo para los posados y las risas. Hemos rebautizado a nuestro
asistente espiritual como “P. Leonardo di Caprio”. ¿Por qué será…?
Al
finalizar el paseo, vuelta al bus para acercarnos a Yardenit, uno de los
lugares de renovación de las promesas del Bautismo que realizaron nuestros
padres por nosotros. Hemos comido el “Pescado de San Pedro” (aquí hay opiniones
para todos los gustos…) y tras la comida nos hemos acercado a la orilla del río, a realizar nuestra pequeña ceremonia. ¡Y quien ha querido, ha metido los
pies en el agua!
Nuestra
jornada iba tocando a su fin; nos quedaba visitar el Monte Tabor, lugar de la
Transfiguración, donde Jesús mostró su lado divino a sus acompañantes. Pero,
¡ay! Hete aquí que chocamos con las cosas terrenales, y la mala organización de
quienes regentan el monopolio de los taxis de subida al Monte Tabor (la
carretera es zigzagueante y no se puede subir en bus…) nos ha hecho imposible
la subida…
Pero
no hay mal que por bien no venga; nuestro Plan B ha consistido en conocer el
yacimiento arqueológico que los Legionarios de Cristo mexicanos han descubierto
en Magdala, el pueblo de María Magdalena (que no es que se llamara así, sino “María
de Magdala”. La fortuna ha hecho que se descubriera el yacimiento y que no se
hubiera construido encima una iglesia bizantina, por lo que todo lo que se está
destapando tiene un valor incalculable.
En
Magdala hemos estado asistidos por Juan Pablo, un voluntario mexicano de los
Legionarios de Cristo de, ¡atención! 18 años, que nos ha estado enseñando todo
lo que allí se ha descubierto.
Cabe
destacar el altar de la iglesia, con forma de barco; probablemente el punto más
fotografiado del recinto.
Y
ya nos hemos retirado al hotel, a cenar, preparar maletas y descansar, porque
mañana nos levantamos a la misma hora y nos dirigiremos a cruzar la frontera de
Jordania, donde nos esperan un par de días muy muy interesantes.
¡Claro,
también os lo contaremos aquí! ¿Dónde, si no?
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